14 Sep El pago por la creación está en gozarla, no en venderla
Posted at 21:43h
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Referencia obligada como alumno y maestro del legendario Taller de Artes Plásticas de la Universidad, Javier Sánchez Treviño es uno de los más distinguidos autores que registra y recrea el paisaje e identidad cultural regional. Con una inquietud constante de estudio y preparación, ha participado en los principales salones artísticos e instancias culturales de la localidad, por lo que ocupa un sitio notable en la historia de la plástica nuevoleonesa.
El premio que se le concede es una satisfacción que, reconoce con la sencillez que lo caracteriza, tenía la esperanza de recibir algún día por la labor de enseñanza y obra plástica desarrollada a través de los años.
¿En qué momento llega?
A través de ver mi obra, de lo que realicé y lo que realizo, pienso que desde que nos iniciamos en las artes plásticas logré cosas buenas cuando estaba joven; en cuanto a escultura, yo sentía que me salía la obra más fácil, teníamos todas la ganas para echarle para adelante. Aunque como digo, veo que lo realizado en el pasado sí tiene cierta calidad plástica, hay que seguir en el trabajo, uno todavía no se siente realizado cien por ciento, siempre se siente uno que todavía nos falta algo y que la vida se nos hace corta para creer que podemos llegar a ser un poquito mejor, uno ya con la edad tiene energía y quisiera tener más para seguir echándole ganas.
¿Qué pasa con artistas como usted frente a la avalancha del arte contemporáneo?
Los que estamos hechos en la academia no cejamos en lo nuestro, de tomar a la naturaleza como maestra para que dirija nuestra sensibilidad; yo por medio de la enseñanza trato de inculcar a mis alumnos eso, que no se pierda lo que traemos adentro, nosotros los del norte de la república somos diferentes a los del sur y a los del centro y a los norteamericanos, tenemos nuestras propias sierras, nuestras propias gentes, nuestra propia industria, nuestros propios obreros que sufren, eso es lo que hay que plasmar en lo que uno pinta, que no sean cosas superficiales, bonitas, decorativas, agradables que se vendan para una casa, la mercadotecnia es otra cosa; lo que hay que hacer en la creación, aunque no se venda, es gozarla, ahí está el pago, con el tiempo, cuando cambie la moda, se va a vender, hay retrocesos; cuando llegó el arte moderno, la misma mercadotecnia y los museos hicieron a un lado a Diego Rivera, a José Clemente Orozco, premiando abstracciones, y el joven se deja llevar por eso, y no, ese no es el camino.
El arte moderno ha perdido algo de factura y de emoción, muchos jóvenes tratan de decir cosas que no le son propias y también hay cierta verdad en que la técnica se ha superado mucho pero ha rebajado en sensibilidad y espíritu creador. Ahora todo se hace muy fácil, se puede crear en una computadora y reproducir con una facilidad diez, quince veces como un grabado, pero no es lo mismo sentir que estás escarbando un linóleo, un metal o modelando barro con tus propias manos, despacio, sin necesidad de una rapidez absoluta. Hay que enfocar más al espíritu, al gozo del arte y hacer las cosas, de sentirte un poquito Dios, ser un poquito creador, así chiquito, pero ser uno.
¿Qué encuentra en las nuevas generaciones?
Mucha inquietud, y tienen razón porque dicen lo que ven y la mercadotecnia psicológicamente se está metiendo todos los días a su sensibilidad y los cambia, pero les digo yo, no dejen de ver la naturaleza, obsérvenla, analícenla y sáquenle lo que puedan, viéndose a uno mismo, decía Rodin, no vean ni a la derecha ni a la izquierda, vean hacia sí mismos, aunque lo que hagan no sea exageradamente bueno, hay que purificar, simplificar, analizar y mejorar, no quedarse en un círculo vicioso, sino en una espiral ascendente, hacia mejorar.
¿Como alumno y maestro cuál considera que fue la aportación principal del Taller de Artes Plásticas de la Universidad?
El taller fue un motor importante, no nada más en las artes plásticas, sino en todas, la música, el teatro, la literatura, yo me siento universitario aunque a los veintidós años debimos empezar el Taller de Experimentación Plástica del Gobierno del Estado con Gerardo Cantú y ya llevo dieciocho años, ya estamos en las últimas para dedicarme de lleno a pintar.
¿Qué es lo que aún busca?
Tratar de seguir simplificando mi obra, sintetizar más, no perder el amor y el cariño a la factura, a la buena calidad y seguir en lo mío, en lo que me gusta, lo que yo quiero decir a través de las formas, de la gente nuestra, para no perder nuestra identidad.
RECREADOR DE LA IDENTIDAD REGIONAL
Javier Sánchez Treviño nació en Monterrey, N. L., el 25 de marzo de 1940. Estudió en el Taller de Artes Plásticas de la UANL de 1957 a 1962 y en la Facultad de Arquitectura de la UANL de 1959 a 1964. Realizó cursos de escultura con Pedro Cotonieto, cerámica con Humberto Naranjo, grabado con Ismael Martínez.
Impartió clases en Arte, A. C., en el Centro Israelita de Monterrey y en el Jardín de Arte Infantil del municipio; maestro de dibujo, pintura, composición y acuarela en la Preparatoria Pablo Livas y la Facultad de Artes Visuales de la UANL de 1988 a 1991. Actualmente es director del Taller de Experimentación Plástica y maestro de dibujo y pintura del mismo taller. Posee innumerables exposiciones individuales y colectivas.